Entendemos como patrimonio inmaterial a todos aquellos usos, representaciones y expresiones que una comunidad siente propias, representativas de su identidad cultural e importantes de salvaguardar y proteger para las próximas generaciones. Además de la práctica en sí misma, se incluye a las técnicas y conocimientos que permiten que estas costumbres existan, se compartan y transmitan.
Nuestra cocina es nuestro patrimonio. Un plato de comida nos habla sobre técnicas de cultivo y de preparación, conocimientos ancestrales, formas de organización comunitaria, rituales, espiritualidad y sabiduría. En las casas, calles y campos de nuestro territorio iberoamericano se recrea día a día una infinidad de expresiones culinarias heredadas; constantemente la memoria ancestral cobra vida.
Así lo ilustra el hecho de que la cocina tradicional de México sea el primer caso en el que el sistema alimentario de un país es reconocido como Patrimonio de la Humanidad por Unesco.
También en la región han sido reconocidos a nivel mundial, territorios agroalimentarios que explican nuestra compleja y diversa gastronomía. FAO y Unesco han destacado como Sistemas Importantes de Patrimonio Agrícola Mundial (SIPAM) -sistemas vivos de comunidades en relación con su territorio, paisaje agrícola, y entorno biofísico y social- al Sistema Agrícola Tradicional en el sur de Espinhaço Meridional en Minas Gerais, Brasil; la agricultura de Chiloé en Chile; el Sistema agrícola de Chinampas en Ciudad de México, y la agricultura andina en Perú.
Más allá de los reconocimientos oficiales, nuestro territorio está poblado de expresiones culinarias con las que los pueblos nos identificamos, unimos y -cada día más- buscamos cómo mantener vivas para las siguientes generaciones.